Por: Roger Pablo Cruz Jr.
Siempre que hablamos de alabanza, recuerdo cuando a la edad de 15 años, empecé a interesarme por este precioso regalo de Dios. Alabarle a El Soberano y vivir memorias en lo que yo pensaba que era alabar a Dios, dependía única y exclusivamente de la música, el cantar y la poesía. Me di cuenta hace unos cinco años que esto, no era todo; entonces empecé un nuevo sendero en la alabanza y la adoración.
Como yo, hay muchas personas dentro del Cuerpo de Cristo, que piensan de esta forma; pero la misma Palabra de Dios dice: Los cielos y la tierra y su plenitud, alaban al Señor Alabar implica un completo menguar de mi persona, para hacer que el Señor crezca en mi. Esto implica que una forma de alabar a Dios es: mi caminar, mi hablar y mi presencia en el mundo que desesperadamente busca de personas que impacten efectivamente sus vidas, que les motiven a creer y ser parte del Reino que Cristo estableció en la tierra.
Personas se han acercado a mi y preguntado que si la vida cristiana está llena de restricciones, que no hagan esto o lo otro, y mi respuesta es: La vida en Cristo es vida abundante, calidad de vida. En lo persona, sigo el llamamiento que el Señor me ha hecho y aunque hay obstáculos, el mantenerse en la voluntad de Dios, esta vida es la mejor. Cada vez que deseo alabar a mi Señor, preparo mi mente, mi corazón para declarar la grandeza, la plenitud, la misericordia del Omnipotente, el Eterno, el Principio y el Fin.
Creo que Dios me ha bendecido grandemente y es mi deseo que tu puedas encontrar esa dimensión preciosa que es, la alabanza y la adoración. Recuerda que para dar alabanza al Señor, debes reconocer Su Majestad y Su Presencia en tu vida.
Experimenta en tu propia vida, la bendición de ofrecer un sacrificio vivo bueno, santo y agradable que es la mejor alabanza que puedes y debes darle a nuestro Señor Jesús.